29 de abril de 2009

¿jugamos a leer?

Sh,sh,sh,sh...silencio, escuchemos antes, este precioso relato...



Debemos intentar que el juego, que es un elemento natural que poseen niños/as, sea utilizado para que éstos disfruten de los libros y no lo vean como una obligación, ya que al leer los niños desarrollan su imaginación de una manera magnífica.
Cuando los niños crean el hábito de leer, no sólo están trabajando la rapidez en la lectura, la capacidad memorística o mejorando su ortografía, además están disfrutando, están divirtiéndose creando la adicción a la lectura. Todo esto le ayuda a formarse, y llegar a ser un adulto con más perspectivas a las que aferrarse, ya que mientras más libros lean, mayores y distintas serán sus perspectivas, dando lugar al desarrollo de su capacidad crítica.
Tanto familia como escuela debemos formentar esto. Debemos, entre todos, incentivar la lectura haciendo de ella un juego maravilloso, en el que además de disfrutar, forman su personalidad.
Elementos necesarios para la animación a la lectura.


En un primer lugar los niños, una vez han aprendido a leer, adquieran técnicas para poder hacerlo con destreza y para que así nuestra tendencia a usarla vaya en aumento. Esto lo conseguiremos mediante la práctica o el entrenamiento. Mientras más leamos, más fácil nos resultará y más nos gustará hecerlo.

¿Lo hace el sólo?
Para que el niño/a sea capaz de leer, sin necesidad de que nadie le sugiera hacerlo, debe encontrar en los libros temas de interés dados en su edad, de forma que se le desperten curiosidad al sentirse identificados con lo que están leyendo.

¿Cómo despertar el interés?
Para conseguir que los niños se sientan interesados por la lectura procuraremos que ellos sean los protagonistas de éstas, convirtiendo el ambiente en el que se realizan, por ejemplo en un aula, en un lugar mágico dónde pueden aparecer todo aquello que se les ocurra en su imaginación. Con una luz podemos hacer las sombras, con la música los sonidos etc... Debemos procurar que,todo aquello que se lea a la vez que se está representando, sea algo magnífico, fuera de lo normal, para así logra captar la atención.

Lectura y diversión, para ti y para todos.

El juego dramático y su importancia educativa


Tal y como sostiene Tejerina, el juego es el fundamento de la dramatización, ya sea por medio cuerpo y/o de la voz, de los títeres, de máscaras, del teatro de sombras o de luz negra, disfrazados o sin apoyo escénico…
A través de la dramatización nos conocemos a nosotros mismos en relación con los demás. Cuando el niño representa un personaje diferente a sí mismo, adopta otro punto de vista, se coloca en el lugar del otro, lo que favorece la empatía.
También el juego dramático tiene un valor terapéutico, ya que mediante la reconstrucción de situaciones conflictivas, el niño se “libera” de la agresividad, canalizando los problemas a través del juego. Al mismo tiempo es un medio para conocer al niño y sus dificultades.
Sin embargo, la dramatización no es únicamente una válvula de escape sino que es un medio para explorar la realidad y un método de análisis de esta realidad.
El Juego dramático precisa, además, de la cooperación de los niños, del trabajo en grupo, de la toma de acuerdos, del respeto a las normas y reglas acordadas y, por lo tanto, de un control sobre sí mismos. Al intentar recrear un tema juntos, tienen que aceptar límites y adaptarse a los deseos y motivaciones de otros jugadores y experimentar el valor de la negociación y de la cooperación, así como de la iniciativa.
A su vez, el hecho de re-crear situaciones imaginarias es una forma de desarrollar el pensamiento abstracto y la creatividad.
Por otra parte, la dramatización o expresión dramática es un instrumento de capacitación lingüística y constituye un importante medio para estimular a los niños a hablar y ejercitar la expresión, al tiempo que también ayuda en los aspectos relacionados con el desarrollo psicomotor.
En conclusión, el Juego dramático favorece el desarrollo integral de la persona, aunque no debemos olvidar que los juegos de drama son juegos y los niños los juegan porque les divierte no porque quieran practicar algún comportamiento o comprender mejor al compañero.
El taller de Juego Dramático agrupa un conjunto de prácticas diversas: juegos de calentamiento, de conocimiento y desinhibición, tradicionales y cooperativos, de creatividad y expresión, orales y de dramatización. Estas actividades integran tanto el desarrollo de habilidades sociales como de expresión: juegos cooperativos y de integración en el grupo, juegos de roles, improvisaciones, elaboración de historias, dramatización de cuentos, composición de canciones y ritmos, confección de disfraces, construcción de máscaras y objetos de escenografía, pintura de decorados, etc.
Los niños pueden jugar para sí mismos o actuar ante sus compañeros en representaciones que no pierdan su carácter experimental, bien al descubierto o con la ayuda de máscaras, ocultos tras el teatro de guiñol, a través de la pantalla de sombras o por medio de la luz negra.
La importancia educativa de la Dramatización reside en que agrupa todos los recursos expresivos del ser humano. Es completa en cuanto que coordina las cuatro herramientas que tradicionalmente consideramos básicas para tal fin: lingüística, corporal, plástica y rítmico-musical, ofrece un lenguaje globalizador.
Podemos programar actividades para el desarrollo de cada aspecto por separado, aunque habitualmente busquemos la convergencia y la integración de lenguajes. Enumeramos algunos ejemplos de actividades enmarcadas en cada uno de los cuatro tipos de lenguajes que trabajamos con la dramatización:
• La expresión lingüística: el lenguaje tiene protagonismo en los juegos orales de creatividad y expresión, en las improvisaciones, en la elaboración de los diálogos y guiones teatrales, sin excluir el lenguaje escrito, sobre todo cuando se trata de cursos superiores. Asimismo se puede trabajar la comprensión y la expresión en una segunda lengua a través de juegos y actividades similares a las practicadas en lenguaje materno.
• La expresión corporal: los juegos tradicionales, de calentamiento, de desinhibición y expresión, las dramatizaciones, etc., nos ayudan a tomar conciencia de nuestro cuerpo y sus posibilidades, aprendiendo a utilizarlo, tanto desde el punto de vista motriz como de su capacidad expresiva y creadora.
• La expresión plástica: aporta la base técnica de disfraces, maquillajes, máscaras, muñecos (títeres, marionetas, siluetas para teatro de sombras y elementos para luz negra), efectos plásticos escenográficos (la luz y el color), espacios escénicos y utilería (objetos, mobiliario, telones), etc. Se potencia el uso imaginativo en la caracterización de personajes y la recreación escénica de situaciones partiendo de la transformación de los elementos del entorno y el empleo de los materiales escolares disponibles, así como objetos de desecho. Respecto a los disfraces, en lugar de los trajes confeccionados por las madres o comprados, es mucho más creativo utilizar materiales usados con los que se puede crear un buen disfraz. El mero hecho de usar una prenda normal de forma desacostumbrada puede resultar sorprendente. La preparación no tiene que ocupar mucho tiempo, es un apoyo de la ficción y no debe estorbar la dinámica del juego.

El juego dramático


Según Juan Cervera[1], el juego dramático puede ser entendido como aquella actividad lúdica en la cual los niños se dedican colectivamente para reproducir acciones que le son tan conocidas que las convierten en la trama del juego. Los niños admiten sin saberlo las convenciones dramáticas. Se reparten papeles, crean espacios dramáticos correspondientes y todo lo demás.
El autor aclara, por otra parte, que el juego dramático conscientemente preparado con vistas a su representación ante el público pasa a convertirse ya en teatro y es identificable con el juego escénico.
En tanto, según Eines y Mantovani, el juego dramático tiene seis finalidades, a saber:
1. Expresión como comunicación: Que logre expresar y comunicar mediante la representación.
2. Paso por todos los roles técnicos teatrales (autor, actor, escenógrafo y espectador)
3. Diferenciar la ficción de la realidad
4. Permanecer en el personaje: Cuando un niño opta por un personaje específico no solo se le debe permitir que permanezca en él, sino que hay que orientar y estimular esa permanencia.
5. Desarrollo de la posibilidad de adaptación: Fomentar el ajuste de comportamiento que hay que realizar para sortear la aparición de un obstáculo que se interpone en el camino.
6. Combate de estereotipos tales como los siguientes: el líder, el ritualista (que siempre quiere jugar a lo mismo) el introvertido, el parcialista (que evita la relación con aquellos que no conoce), el gracioso, el quejoso, el destructivo. El profesor siempre intentara la integración de todos y destruir esos estereotipos.

Los autores establecen, en relación al juego dramático, una serie de pautas a tener en cuenta por el profesor para su desarrollo en clase. Estas pautas son:
1. Partir de lo espontáneo teniendo en cuenta lo evolutivo: El profesor podrá cumplir con los objetivos previstos en la medida en que comprenda las necesidades de sus alumnos y las tome como base para la planificación de las clases.
2. Estimular motivacionalmente: recursos que utiliza el profesor para motivara alo alumnos durante el transcurso de la clase.
3. Trabajo dirigido hacia la planificación: La actividad esta centralmente dirigida a que el alumno sea quien proponga y elabore las pautas de trabajo. Que este se dirija hacia la planificación no invalida la planificación previa del profesor.
4. Trabajo libre con planificación: La planificación refuerza el criterio de libertad en la tarea.
5. Nivelación de conocimientos por intercambios: Los procesos de aprendizaje están muy influidos por los factores sociales y por la dinámica grupal. Por tanto un profesor de dramática debe fomentar la cooperación y desalentarla competición, debe lograr que los niños se sientan pertenecientes al grupo y debe evitar que se marginen aquellos que presentan mayores problemas en el terreno de la expresión. Para un buen trabajo en grupo se necesita un clima propicio y una buena cohesión del grupo.

[1] Cómo practicar la dramatización con niños de 4 a 14 años. Pág. 24